Deleuze, G: “Posdata sobre las sociedades de control”,en Christian Ferrer (Comp.) El lenguaje libertario, Tº 2, Ed. Nordan, Montevideo, 1991.


“Los ministros competentes no han dejado de
anunciar reformas supuestamente necesarias.
Reformar la escuela, reformar la industria, el
hospital, el ejército, la prisión: pero todos
saben que estas instituciones están terminadas,
a más o menos corto plazo. Sólo se trata de
administrar su agonía y de ocupar a la gente
hasta la instalación de las nuevas fuerzas que
están golpeando la puerta. Son las
sociedades de control las que están reemplazando
a las sociedades disciplinarias. No se trata
de invocar las producciones farmacéuticas
extraordinarias, las formaciones nucleares,
las manipulaciones genéticas, aunque estén
destinadas a intervenir en el nuevo proceso. No
se trata de preguntar cuál régimen es más duro,
o más tolerable, ya que en cada uno de ellos se
enfrentan las liberaciones y las servidumbres.
Por ejemplo, en la crisis del hospital como lugar
de encierro, la sectorización, los hospitales
de día, la atención a domicilio pudieron marcar
al principio nuevas libertades, pero participan
también de mecanismos de control que rivalizan
con los más duros encierros. No se trata de temer
o de esperar, sino de buscar nuevas armas (…)
Si los juegos televisados más idiotas tienen
tanto éxito es porque expresan adecuadamente la
situación de empresa. La fábrica constituía a los
individuos en cuerpos, por la doble ventaja del
patrón que vigilaba a cada elemento en la masa,
y de los sindicatos que movilizaban una masa de
resistencia; pero la empresa no cesa de introducir
una rivalidad inexplicable como sana emulación,
excelente motivación que opone a los individuos
entre ellos y atraviesa a cada uno, dividiéndolo
en sí mismo. El principio modular del “salario
al mérito” no ha dejado de tentar a la propia
educación nacional: en efecto, así como la empresa

reemplaza a la fábrica, la formación permanente
tiende a reemplazar a la escuela, y la evaluación
continua al examen. Lo cual constituye el medio
más seguro para librar la escuela a la empresa.
En las sociedades de disciplina siempre se estaba
empezando de nuevo (de la escuela al
cuartel, del cuartel a la fábrica), mientras que
en las sociedades de control nunca se
termina nada: la empresa, la formación, el
servicio son los estados metastables y
coexistentes de una misma modulación, como un
deformador universal. Kafka, que se
instalaba ya en la bisagra entre ambos tipos de
sociedad, describió en El Proceso las
formas jurídicas más temibles: el sobreseimiento
aparente de las sociedades disciplinarias (entre
dos encierros), la moratoria ilimitada de las
sociedades de control (en variación continua),
son dos modos de vida jurídica muy diferentes, y
si nuestro derecho está dubitativo, en su propia
crisis, es porque estamos dejando uno de ellos
para entrar en el otro (…) El lenguaje numérico
del control está hecho de cifras, que marcan el
acceso a la información, o el rechazo. Ya no nos
encontramos ante el par masa-individuo.
Los individuos se han convertido en “dividuos”, y
las masas, en muestras, datos,
mercados o bancos. (….) El hombre de las
disciplinas era un productor discontinuo de
energía, pero el hombre del control es más bien
ondulatorio, en órbita sobre un haz continuo.
Por todas partes, el surf ha reemplazado a los
viejos deportes (…) En el régimen de las escuelas:
las formas de evaluación continua, y la acción
de la formación permanente sobre la escuela, el
abandono concomitante de toda investigación en la
Universidad, la introducción de la “empresa” en
todos los niveles de escolaridad.

En el régimen de los hospitales: la nueva
medicina “sin médico ni enfermo” que diferencia a
los enfermos potenciales y las personas de riesgo,
que no muestra, como
se suele decir, un progreso hacia la

individualización, sino que sustituye el cuerpo
individual o numérico por la cifra de una
materia “dividual” que debe ser controlada. En el
régimen de la empresa: los nuevos tratamientos del
dinero, los productos y los hombres,
que ya no pasan por la vieja forma-fábrica. Son
ejemplos bastante ligeros, pero que
permitirían comprender mejor lo que se entiende
por crisis de las instituciones, es decir la
instalación progresiva y dispersa de un nuevo
régimen de dominación”.

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